En la sociedad contemporánea, hay una percepción extendida de que la filosofía ha quedado relegada ante el avance de la ciencia, considerando que esta última tiene el potencial de resolver cualquier dilema, relegando a la filosofía al ámbito de meras discusiones sin repercusión concreta.
No obstante, la realidad es diferente.
Aunque todos nosotros somos entidades físicas, nuestra atención se centra mayormente en nuestra psique, pensamientos, emociones y percepciones, en lugar de nuestra materialidad.
Vivimos cada instante inmersos en nuestros pensamientos, pero a menudo ignoramos aspectos físicos de nuestra existencia como postura, respiración o la textura de nuestra vestimenta.
Somos seres psicofísicos, siendo nuestras experiencias mentales y emocionales las que predominantemente moldean nuestra realidad.
Estos elementos definen y colorean nuestra experiencia vital, siendo fundamentales en su configuración.
Todo esto tiene un trasfondo profundamente psicológico, ideológico y filosófico.
En resumen, nuestra filosofía personal se refleja en nuestra percepción del mundo y en cómo experimentamos nuestra realidad.
Ahora, resulta crucial analizar cómo estos elementos operan en la era de la Inteligencia Artificial y en qué medida pueden asistirnos en la comprensión y resolución de problemáticas contemporáneas.
¿Sabías que la filosofía siempre llega con retraso al escenario social?
A medida que la humanidad progresa, transformamos nuestras estructuras sociales, cultura y entorno circundante en un proceso gradual y prolongado.
Estos cambios se manifiestan en nuestra comunicación, relatos, expresiones artísticas y manifestaciones musicales.
Lentamente, estos patrones son discernidos por algunos individuos.
Estos observadores reflexionan sobre la significancia de estas mutaciones, lo que revelan acerca de la esencia de la realidad y nuestra interacción con la misma, así como sobre su influencia en la definición de conceptos como "lo bueno", "lo bello" y "lo verdadero".
Se generan corrientes de pensamiento que capturan y sistematizan estos cambios, aportando claridad y entendimiento en el proceso.
Estas corrientes filosóficas son posteriormente absorbidas por la cultura, facilitan la interpretación de las corrientes religiosas de la época y ofrecen a las personas un marco.