Este artículo fue originalmente publicado en mi Subpila.
En la actualidad, es cada vez más complicado diferenciar entre una historia real y una ficticia. Además, la inteligencia artificial es capaz de escribir artículos, crear videos y Vision Pro de Apple puede generar un mundo completamente nuevo que solo es visible para el usuario.
Con el avance de nuestras tecnologías, pronto estaremos inmersos en un entorno donde será cada vez más desafiante distinguir lo real de lo sintético.
Esto plantea un problema significativo para la inteligencia artificial y los LLM. La IA se nutre de datos y, a medida que los datos en línea se saturan con contenido generado por la IA, surge una espiral peligrosa donde la IA recita y aprende de sus propias invenciones.
Desafortunadamente, la inteligencia artificial no puede discernir ni experimentar la realidad.
Aquí es donde entra la filosofía, que busca explorar qué es real, qué es valioso y cómo interpretamos los datos para otorgar significado a la información.
El propósito de la filosofía es abordar precisamente el tipo de interrogantes fundamentales para crear una inteligencia artificial general (AGI) que refleje la realidad y trabaje en nuestro mejor interés.
Con este objetivo en mente, comencemos hablando de la inteligencia artificial y los LLM.
Un gran avance ocurrió cuando el equipo de investigación de Google publicó el influyente artículo “La atención es todo lo que necesitas” de Vaswani et al., dando lugar a los modelos de lenguaje grandes (LLM) que vemos hoy en día.
En el pasado, la creación de agentes de inteligencia artificial conversacionales requería un trabajo minucioso. Estos agentes utilizaban procesamiento del lenguaje natural (PNL) y comprensión del lenguaje natural (NLU), donde una oración se analizaba en intenciones (verbos) y entidades (sustantivos).
La creación de bots de esta manera era laboriosa, costosa y abordaba solo un conjunto limitado de preguntas.
Los LLM han solucionado estos desafíos.