En la carrera por definir el futuro de la inteligencia artificial (IA), la reciente resolución de las Naciones Unidas representa un paso trascendental hacia la inclusión y la seguridad. Este documento subraya la necesidad de que la IA se desarrolle bajo principios de respeto a los derechos humanos y contribuya al progreso sostenible, aunque el camino hacia una regulación efectiva aún presenta numerosos desafíos.
La resolución, que contó con el apoyo de más de 120 países, pone especial énfasis en la creación de sistemas de IA justos y sin sesgos, y alienta su aplicación para abordar cuestiones críticas como el calentamiento global y la desigualdad económica.
Estos ideales son, sin duda, loables, pero queda mucho por hacer para concretarlos.
Ventajas y beneficios de la resolución de la ONU sobre la IA
Además, la resolución aborda la "brecha digital" que separa a los países avanzados de las naciones en desarrollo. La ONU pide un esfuerzo conjunto para permitir que todas las regiones del mundo participen en la revolución de la IA, compartiendo recursos y conocimiento para fortalecer la capacidad tecnológica global.
Lejos de limitarse a las acciones gubernamentales, la resolución convoca a un sentido de responsabilidad colectiva, invitando a países, corporaciones, investigadores y al público en general a contribuir en la configuración del futuro tecnológico. Así, la implementación de IA en dispositivos cotidianos, como nuevos modelos de teléfonos inteligentes, se convierte en un aspecto de nuestra participación personal en este proceso.
Aunque la resolución de la ONU representa un avance en la dirección correcta para un futuro equitativo con IA, no define reglas concretas, sino que establece las bases para futuros debates y colaboraciones internacionales. Anuncia un compromiso global para trabajar mancomunadamente y maximizar los beneficios de la IA para la humanidad, preparando el terreno para futuras guías más detalladas—un desarrollo que aún es necesario.
La desventaja de una resolución no vinculante
Aunque el hito histórico de promover la seguridad y el beneficio de la IA es celebrado, la resolución aún enfrenta limitaciones significativas. Su carácter no vinculante implica que no existen mecanismos legales que obliguen a su cumplimiento, dejando en entredicho su poder para influir en la dirección del desarrollo de tecnologías potencialmente peligrosas, como las armas autónomas.
El poder de la ONU dependerá siempre de la voluntad de los principales países, quienes suelen apoyar las iniciativas solo cuando coinciden con sus intereses estratégicos. Las buenas intenciones de otros miembros quedan así sujetas al poder de veto de superpotencias como China, Rusia o Estados Unidos.
Un acuerdo unánime pero no obligatorio puede parecer una medida insípida, pero es a menudo el único modo de que ideas de esta naturaleza ganen aceptación. La declaración es un importante paso inicial que abre la puerta a futuras acciones concisas y efectivas.
Ante la ausencia de un marco regulatorio internacional unificado, cada país debe tomar la iniciativa. Ejemplos de acciones independientes incluyen la orden ejecutiva del presidente Biden, que establece medidas para que la IA sea segura antes de su implementación; y la legislación europea que marca un precedente en los estándares legales para la IA.
Modelos de autorregulación, como las consultas previas al lanzamiento de servicios de IA, implementadas por compañías como Google en Canadá, también evidencian la búsqueda de un uso responsable de la tecnología.
En conclusión, a pesar de sus limitaciones, la resolución marca un punto de inicio fundamental para el establecimiento de normas internacionales más certeras en el futuro, y propone los pasos a seguir:
- Desarrollo de acuerdos complementarios por parte de los Estados miembros con mecanismos de aplicación específicos.
- Formulación de estándares globales por parte de organizaciones internacionales.
- Apoyo de los países desarrollados a naciones emergentes en la construcción de la infraestructura necesaria para el uso responsable de la IA.
La resolución de la ONU es, por lo tanto, un urgente llamado a la acción. Al reconocer sus limitaciones y aspirar a marcos más robustos, podremos asegurar que la IA sea una fuerza para el bien a nivel global.
Sin embargo, si se opta por ignorar estas directrices, corremos el riesgo de un futuro en el que unos pocos Estados y corporaciones poderosas dicten nuestro destino con IA.